Introducción
La vida cristiana es una batalla constante, no contra enemigos humanos, sino contra fuerzas espirituales malignas que buscan apartarnos de Dios. El apóstol Pablo nos recuerda en Efesios 6:12 la verdadera naturaleza de nuestra lucha, invitándonos a estar firmes y equipados con la armadura de Dios.
1. La naturaleza de nuestra lucha (Efesios 6:12)
No es carnal: Nuestra batalla no es contra seres humanos, sino contra fuerzas espirituales. 2 Corintios 10:4 “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.”
Es una lucha espiritual: Enfrentamos al reino de las tinieblas y sus engaños.
2. Los enemigos invisibles (Efesios 6:12)
Principados y potestades: Seres espirituales malignos con jerarquías de maldad. Colosenses 2:15 Cristo despojó a los principados y potestades en la cruz.
Gobernadores de las tinieblas: Influencias que dominan el mundo sin Cristo. 1 Juan 5:19 “El mundo entero está bajo el maligno.”
3. Las armas espirituales del creyente (Efesios 6:13-18)
La armadura de Dios: Verdad, justicia, fe, salvación, palabra de Dios y oración. Romanos 13:12 “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.”
Oración constante: La comunión con Dios nos fortalece para resistir.
Fortaleza en el Señor: Nuestra fuerza no proviene de nosotros, sino de su poder. 1 Juan 4:4 “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
Resistir firmes en la fe: En Cristo ya somos más que vencedores. Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
Conclusión
La lucha espiritual es una realidad para todo creyente, pero no debemos temer. Dios nos ha dado las armas necesarias y la victoria está asegurada en Cristo. Nuestra responsabilidad es mantenernos firmes, vestidos con la armadura de Dios y en constante comunión con Él para resistir las artimañas del enemigo.