Solo Dios da el crecimiento

 1 Corintios 3:7  “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”

1. Dios es el origen de toda obra espiritual


  • Todo comienza con Dios. Él es quien da vida, propósito y dirección a lo que sembramos.


  • Juan 15:5 – “...separados de mí nada podéis hacer.”


  • Salmo 127:1 – “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.”


2. Los siervos son colaboradores, no protagonistas


  • Somos instrumentos en las manos de Dios, llamados a servir, no a buscar reconocimiento.


  • 1 Corintios 3:5 – “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído...”


  • 2 Corintios 4:7 – “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.”


3. Cada uno tiene una función específica en el proceso


  • Algunos siembran, otros riegan, pero todos forman parte del mismo plan divino.


  • 1 Corintios 12:4-6 – “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo...”


  • Romanos 12:6-8 – Cada uno tiene dones diferentes según la gracia que nos ha sido dada.


4. El crecimiento verdadero es sobrenatural


  • Aunque trabajemos diligentemente, el fruto proviene del poder de Dios.


  • Isaías 55:10-11  “Así será mi palabra... no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero.”


  • Hechos 2:47 – “...Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”




Conclusión:


La obra de Dios no depende de nuestras fuerzas ni habilidades, sino de su soberana gracia. Nosotros sembramos y regamos con fidelidad, pero debemos recordar que el crecimiento viene solo de Dios. No busquemos gloria personal, sino honra para Aquel que hace que todo florezca a su tiempo.