Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor

¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Lucas 19:38

Introducción:

En la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, el pueblo lo recibe con júbilo y proclama bendiciones sobre Él. Este evento revela verdades poderosas sobre la identidad de Cristo y su misión. Reflexionemos en cuatro enseñanzas clave a la luz de este pasaje.

1. Jesús es el Rey prometido

  • Lucas 1:32-33 "Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin."

  • Zacarías 9:9 "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu Rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno."

Jesús no es un líder improvisado, sino el Rey legítimo anunciado por los profetas. Nuestra adoración debe reconocer su señorío eterno.

2. Jesús trae paz verdadera

  • Isaías 9:6 "Y se llamará su nombre... Príncipe de Paz."

  • Juan 14:27 "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da."

Su entrada no fue en un caballo de guerra, sino en humildad y paz. Jesús no impone su reinado con violencia, sino que ofrece reconciliación con Dios. Solo en Él hallamos la paz que el mundo no puede ofrecer.

3. Jesús merece toda la gloria

  • Apocalipsis 5:12 "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza."

  • Salmos 29:2 "Dad al Señor la gloria debida a su nombre; adorad al Señor en la hermosura de la santidad."

El pueblo glorificó a Jesús a viva voz. Nosotros también debemos honrarlo no solo con palabras, sino con vidas que reflejen su gloria.

4. Jesús confronta nuestra respuesta

  • Lucas 19:39-40"Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían."

  • Juan 1:11-12"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."

Cada corazón debe decidir: ¿recibir a Jesús como Rey o rechazarlo? Su majestad exige una respuesta personal de fe y entrega.

Conclusión:

La proclamación del pueblo en Lucas 19:38 sigue resonando hoy: Jesús es el Rey enviado por Dios, el Príncipe de Paz, digno de gloria y honor. No podemos permanecer indiferentes ante su presencia. Que nuestras vidas sean una continua expresión de alabanza y sometimiento al Rey que viene en el nombre del Señor.