La palabra griega makrothymia, traducida como “paciencia” o “sufrido”, consiste en dos palabras griegas makros, que significa “largo (plazo)”, y thymia, que significa “sentimiento”. Al unir las dos palabras, la palabra significa sentimiento-a-largo-plazo, es decir, tener control de los sentimientos por un largo periodo de tiempo. “Paciencia” es una traducción adecuada".
La palabra griega “Hupomone”, traducida también como “paciencia” o “resistir, soportar, permanecer”, consiste también en dos palabras griegas, “jupo” que significa debajo y “meno” que significa permanecer. Al unir los dos términos la palabra significa permanecer debajo con resistencia.
Habiendo observado que paciencia tiene dos traducciones iguales, pero en contextos distintos, debemos entender que el origen o la procedencia de la paciencia es divina. El ser humano por naturaleza no tiene paciencia, pero busca tenerla, y es en esa búsqueda que tropieza, pues cree que paciencia es dejarse humillar por las personas sin hacer nada al respecto, cuando la paciencia no se trata de eso.
Hupomone es la palabra griega que se traduce como "paciencia". En Gálatas 5:22, la palabra "paciencia" significa "la capacidad de mantener el temperamento durante mucho tiempo"
Romanos 12:12 Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.
Introducción:
Vivimos en un mundo acelerado, donde todo se quiere de inmediato. Pero la vida cristiana nos llama a otro ritmo: al de la paciencia. La paciencia no es resignarse pasivamente, sino una fortaleza espiritual que nos permite perseverar, mantener el control y confiar en Dios incluso cuando todo parece ir en contra. Hoy veremos cómo desarrollar esta virtud que nos sostiene en medio de las pruebas.
1. La paciencia nace de la fe y la esperanza en Dios
La verdadera paciencia no se basa en nuestra fuerza, sino en la confianza de que Dios tiene el control. Esperamos con fe, porque sabemos que Él es fiel.
Romanos 8:25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Salmo 37:7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él…
Cuando no entiendas lo que estás viviendo, no pierdas la calma. Dios está obrando en silencio. Aprende a esperar con los ojos puestos en Él.
2. La paciencia se fortalece en la tribulación
Las pruebas no vienen para destruirnos, sino para edificarnos. La paciencia se forma y se refuerza cuando atravesamos momentos difíciles con fe.
Romanos 5:3-4 “...la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”
Santiago 1:3-4 “...la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa…”
No huyas de la prueba. Abraza el proceso, porque en ese horno Dios está formando en ti un carácter firme, resistente y maduro.
3. La paciencia requiere dominio propio y control emocional
No se trata solo de esperar, sino de cómo esperamos. El dominio propio es evidencia del Espíritu Santo en acción.
Proverbios 16:32 “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte…”
Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es... paciencia... templanza…”
No dejes que tus emociones te controlen en medio de la dificultad. La paciencia te permite mantener la calma, pensar con claridad y actuar con sabiduría.
4. La recompensa de la paciencia es la victoria y la madurez espiritual
Dios honra al que espera en Él. La paciencia abre la puerta a promesas cumplidas y a una fe más firme.
Hebreos 10:36 “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.”
Isaías 40:31 “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas...”
Quizá hoy no veas resultados, pero si sigues firme y obediente, Dios responderá. La paciencia te lleva a crecer, madurar y vencer.
Conclusión:
La paciencia es más que esperar; es una decisión diaria de confiar, perseverar y dominar nuestras emociones en medio de las pruebas. No estás solo. El Espíritu Santo te fortalece. Y si aprendes a esperar en Dios, verás cosas más grandes de las que imaginas.
Hoy te invito a entregar tus cargas al Señor, a pedirle que te llene de Su paz y a decidir esperar en Él. Porque los que esperan en Jehová… ¡no serán avergonzados!