La Presencia de Dios, nuestra mayor necesidad

Éxodo 33:15 “Y Moisés le respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.”

I. La dependencia absoluta de la presencia de Dios Moisés entendía que sin Dios el pueblo estaba perdido. Salmos 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.”Juan 15:5 “Separados de mí nada podéis hacer.”El creyente no puede vivir ni avanzar espiritualmente sin la guía y respaldo del Señor.


II. La presencia de Dios trae dirección y seguridad Moisés no quería dar un paso sin la certeza de que Dios iba delante. Éxodo 13:21 “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube...” Isaías 41:10  “No temas, porque yo estoy contigo...” La presencia de Dios nos libra de andar en incertidumbre y temor, dándonos confianza en cada decisión.


III. La presencia de Dios distingue a su pueblo Moisés reconocía que la única diferencia verdadera con las naciones era la compañía de Dios. Éxodo 33:16 “¿En qué, pues, se conocerá aquí que he hallado gracia...? ¿No en que tú andes con nosotros?” Deuteronomio 4:7 “¿Qué nación grande hay que tenga a Dioses tan cercanos... como lo está Jehová nuestro Dios?”La marca del verdadero creyente no son sus fuerzas, sino la manifestación de Dios en su vida.


IV. La presencia de Dios trae descanso y victoria Moisés no pedía recursos, ni ejércitos, sino la presencia del Señor. Josué 1:9 “Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Mateo 28:20 “He aquí yo estoy con vosotros todos los días...” Cuando Dios está presente, hay paz en medio de la tormenta y seguridad en la batalla.


Conclusión


La petición de Moisés sigue siendo el clamor de todo creyente que reconoce su necesidad: sin la presencia de Dios no podemos avanzar, ni vencer, ni vivir en paz. Su compañía es nuestro tesoro más grande, nuestra seguridad y nuestra identidad. Que como Moisés podamos decir cada día: “Señor, si tu presencia no va conmigo, no quiero seguir adelante.”


El poder de la verdad en los labios

Proverbios 12:19 El labio veraz permanecerá para siempre; mas la lengua mentirosa solo por un momento.

1. La verdad permanece porque refleja el carácter de Dios

  • Dios es verdad y no puede mentir (Números 23:19).


  • Jesús mismo se declaró “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).


  • Cuando hablamos con verdad, estamos alineados con el carácter de Dios.


2. La mentira es pasajera y destructiva


  • La mentira puede parecer útil en el momento, pero pronto se descubre (Proverbios 19:5).


  • El enemigo es padre de mentira (Juan 8:44).


  • Mentir rompe la confianza y destruye relaciones.


3. La verdad trae confianza y seguridad


  • El justo habla verdad en su corazón (Salmos 15:2).


  • La integridad sostiene la vida del creyente (Proverbios 10:9).


  • Ser veraces nos permite vivir con libertad, sin temor a ser descubiertos.


4. La verdad edifica y da testimonio a los demás

  • “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Efesios 4:25).


  • Un testimonio íntegro honra a Dios y bendice a los que nos rodean.


  • La palabra veraz se convierte en semilla de justicia y paz (Santiago 3:18).


Conclusión


El proverbio nos recuerda que la verdad tiene permanencia y valor eterno, mientras que la mentira solo ofrece una ilusión pasajera. Ser personas veraces no solo refleja el carácter de Dios en nosotros, sino que también nos permite vivir en libertad, cultivar confianza y dar un buen testimonio en este mundo. Hablar con verdad no siempre es lo más fácil, pero siempre será lo más seguro delante de Dios.